Lleva tu atención al instante presente y tendrás la contraseña para acceder al Internet del universo. Toda la información está disponible y es fresca. Está latiendo en tu cuerpo, en los árboles, en las personas. En el presente existe otra manera de pensar. De captar ideas que no estaban en tus archivos. Los genios tienen su atención plena en el presente. Observan, escuchan, huelen, sienten, elevan su pensamiento más allá su historia personal, dejando atrás las ideas limitadas que tienen de sí mismos.
La mentalidad genial es exploradora de la vida. Juega con las ideas sin apegarse a ellas. El disfrute está en pensar, en respirar las ideas como si fueran paisajes, no en atraparlas. El ego piensa para atrapar porque la inseguridad es su punto de partida. Piensa para llenarse, para completarse, para fortalecer una identidad, una sensación de Yo.
El pensamiento egoico es bibliotecario. Piensa ideas y las convierte en objetos, en pertenencias para nutrir una gran vanidoteca. El ego piensa para concluir porque detesta el movimiento, la mentalidad genial lo hace para descubrir, para conectarse a una red que está viva. La mentalidad genial sabe que no hay ideas propias, las ideas no se poseen, se navegan, se conectan con otras en un universo infinito.
El ego piensa para ganar, el genio para disfrutar, el genio piensa para integrar, el ego para competir, el genio piensa para unirse, el ego para separarse.
Ideas, preguntas e historias que nacen al caminar por la ciudad... Acabando con la rutina,naciendo al despertar, pintando el mundo con letras.
viernes, 29 de junio de 2018
miércoles, 23 de mayo de 2018
Movimiento
Poco a poco la vida te irá quitando todo aquello a lo que te aferras para que conozcas la plenitud más allá de tus creencias. Te apegas a tus opiniones, a las relaciones, los trabajos, los lugares porque con ellos tratas de ocultar la sensación de vacío. Te sientes incompleto de ahí la necesidad de atrapar. Acumulas para llenarte. Solo puedes atrapar lo que está quieto, por esto reduces a categoría de cosa todo cuanto te rodea. Es escurridizo lo que se mueve. Prefieres las fotografías y las conclusiones. Estás obsesionado con entender, no con Vivir. Por eso no ves a las personas, ves etiquetas, ves el pasado.
La Vida te altera porque te lleva a lo desconocido. Es transformación permanente. Entonces fabricas tu espacio de estabilidad en la cima del entendimiento, sin embargo hasta en la cima la insatisfacción te persigue. Lo artificial no puede alimentarte porque tu esencia es naturaleza. La naturaleza es vida y la vida movimiento.
La Vida te altera porque te lleva a lo desconocido. Es transformación permanente. Entonces fabricas tu espacio de estabilidad en la cima del entendimiento, sin embargo hasta en la cima la insatisfacción te persigue. Lo artificial no puede alimentarte porque tu esencia es naturaleza. La naturaleza es vida y la vida movimiento.
viernes, 26 de enero de 2018
La Vida sabe
Da, pero no obligues al otro a recibir. Indaga en
el origen del capricho, en las preferencias que se transforman en dolor.
No sabes cuál es el propósito de nada en tu vida,
no sabes porqué llegan las personas o se van. No ves la película completa. No
tienes la visión la panorámica. Sé humilde y entrega tus pequeños planes, tus
objetivos limitados.
Reconoce tus caprichos como tales y confía en la vida como
se presenta. La vida sabe. La vida no se equivoca con respecto a las
experiencias que te ofrece. (Dejar un trabajo o conseguirlo, separarse o
casarse, tener un hijo o perderlo…) No sabes por qué ocurre. Crees saber el
propósito de todo lo que te rodea, pero esta sensación aparece solo para darte
la idea de que tienes el control. Que eres dueño de tu vida, que lo tienes todo
claro. Temes enfrentar tu completa ignorancia porque así sabrías que siempre
has estado flotando, que jamás has controlado nada aunque lo pareciera. Tu
principal miedo es a la Vida, crees que ella te amenaza, que debes
protegerte de su ritmo, un ritmo inesperado y repentino para tu mente
controladora. Temes a la vida hermoso ser; entonces intentas poseerla, hacerla
tuya, darle instrucciones. Cuando tu misión es solo una: asumir lo que sientes,
darle la bienvenida a las olas que la Vida genera en lo profundo de tu ser.
Descubrirte en el ritmo.
Tú eres una expresión de la Vida por lo tanto no
puedes poseerla. No es "Tu vida". Es "La Vida". La Vida cruzándote, la Vida
moviéndote, la Vida hastiándote, llevándote más allá de tus límites. En
realidad siempre has sido como los árboles cambiando en las estaciones.
Soltando las hojas, dando flores y frutos, todo dentro de un ritmo, el ritmo de
la naturaleza porque tú eres una expresión de ella. Solo tu mente te separa.
Señala a la naturaleza allá, afuera, como algo que tú observas desde lejos,
como un objeto de estudio al que te acercas con un microscopio. Pero tú Eres
Naturaleza, no puedes ser otra cosa. Cuando la vida te llevó a soltar, tuviste
que hacerlo, esa persona murió o se fue, ese ciclo laboral terminó, esa casa
tuviste que dejarla… No controlas nada hermoso ser, aunque parezca, aunque
inviertas en ello. La vida es más grande que tú. Te contiene. Todo está
contenido dentro de ella.
jueves, 4 de enero de 2018
Aporofobia, un miedo antiguo estrena palabra
Aporofobia, parece
que ya estamos preparados para ponerle nombre a esas ganas de mirar para
la izquierda cuando pasa un indigente a
la derecha. El impulso incómodo de subir la ventana del auto antes de encontrarse
cara a cara con el vendedor ambulante. ¡Cuánto duelen esas miradas! Mejor
evitarlas. Parece que ya le pusimos nombre. Primer escalón, nombrarlo. Ponerse
el lente, mirar de cerca a la indiferencia.
Este miedo de
encontrarte en la mirada de un rostro sin nombre, como perdido en la calle. Rostros que luchan bajo un sol que no
descansa.
-Señor ¿Una moneda?
¿Notaste lo que
sentías? Una ligera angustia atascada en el pecho, el corazón acelerado. Una
taquicardia pasajera, te dices. Gajes del oficio al caminar por cualquier
calle. ¡Qué se va a hacer! Así es la vida.
Ni siquiera hay
espacio para otra idea. Todo está escrito y por suerte tú no escribes la
historia. La culpa está asignada. Tanto político hijo de… y fin del tema. Después revisas el whatsapp o te compras un helado. El
cielo está azul, es un lindo día.
Nombrar, nombrar las
cosas. No porque antes no existieran, sino porque existían aunque no quisieras
verlas. Solo conciencia.
Retrocedamos. Estar
viviendo esos segundos que se estiran como propagandas eternas antes de la
novela. Frente a ti un hombre pidiendo monedas. ¿Lo miras? Te pregunto si lo
miras. O solo sacas de prisa unas
monedas para evitar el encuentro, es decir, su mirada. Tres monedas: misión
cumplida. Que venga la siguiente historia, la tuya.
Y así seguir
caminando, echándole tierrita a la tristeza. Tu gran tristeza. La oscura
certeza de vivir en una sociedad que ha fracasado.
Entrar
en una ciudad es entrar en una idea. Recuerdo las
palabras de Memo Ángel en la universidad. Los edificios se hicieron con ideas,
las calles, los comercios, las casas y los autos. La arquitectura es una manera
de ver el mundo, de entender al ser humano, a la naturaleza. Traigo el recuerdo
para digerir esa palabra tan grande, tan intangible, tan elegante: La Sociedad.
La sociedad ha fracasado ¿Dónde presentas la queja, a dónde llevas la
propuesta?
Claramente la Sociedad
es una idea. Una idea que tenemos sobre nosotros mismos. De ahí se parte, desde
el principio, si no ¿cómo entender el cuento?
Estudiar para ser
competente, para estar calificado, para tener el título fuente de orgullo en la
familia. Competencias lingüísticas, competencias comunicativas, competencias
laborales. Estudiar para salir adelante, para ser alguien en la vida. ¡Ser
alguien en la vida! Vale la pena repetirlo como un eco de esa idea fundadora,
las raíces de la sociedad que conocemos. No eres nadie a menos que consigas
dinero, tengas un título profesional, mejor magister, mejor doctor y la carrera
sigue, después viene el trabajo, dónde vives, el auto, la ropa, etcétera. Solo
es mirar las vallas publicitarias. El ciudadano perfecto: tengo, luego existo.
El problema no es la
educación sino por qué estudiamos. A la abuela le escuchaba decir, Mija palo que nace torcido nunca se endereza.
Elemental. ¿Se entiende?
Aporofobia, es decir,
fobia a los pobres. Ver de frente la consecuencia natural de una forma de pensar
basada en la competencia. Esa intensa sensación de estar solo, separado del
mundo luchando por ti y los tuyos. Yo,
yo, yo, un diminuto yo que se siente amenazado, perseguido, en guerra. Así
nació la pobreza.
Claro, duele verlo.
No es que tengas miedo de ver a los pobres. ¡No! Es más profundo, tienes pánico
de ver las raíces del sistema operando en tu pensamiento, miedo de verte, de
sentirte mientras los miras. Esa incomodidad, esas ganas de que pase rápido el
momento. Como mirarte en el espejo y encontrarte la cara sucia. ¿La solución? Quitar el espejo en lugar de lavarte. ¿Cuánto le doy? Diez pesos,
cincuenta pesos. Te sentís mezquino, casi culpable. Eso sí. Con miles de
excusas que no faltan, pero no ayudan o bueno… solo por encima. Tierrita que
no alcanza y mejor que no alcance que ya tenemos palabra para hablar del tema,
dedicarle un tiempo.
La reunión de la
familia. La presentación del novio. Dónde vive, qué estudió, dónde trabaja. ¿En
qué viene a recogerte? ¡Ah! ¿A pie? Silencio incómodo. Hay que ponerle color a
la ideas, pintar el panorama.
Tal vez sea necesario
revisar los criterios, los por qué detrás de estar en tu trabajo, con tu
pareja, de estar haciendo lo que estés haciendo. Aplazando lo que quieres
porque siempre habrá un mañana. Que la traición empieza primero adentro, con
uno mismo. Cuando se elige vivir una vida que no se parece en nada a lo que
deseas. Esa es la miseria. La verdadera miseria.
Y que la culpa no la tengan siempre los políticos, el comodín perfecto para no mirarte. Sí, ahora
sí, se huele cerca la salida, cada persona haciéndose cargo de sus creencias,
del dolor que generan, cambiando su vida, eligiendo distinto. Ahí empieza la
responsabilidad con el mundo, la gratitud hacia la vida.
Que la vida es
abundante y se reproduce sola, se multiplica. Solo a la pobreza mental, ese yo
diminuto perseguido y mezquino, se le ocurrió la idea asombrosa de registrar
las semillas, de privatizar el sembrado, el alimento. Claramente el cáncer está
en la ideas.
Hay que empezar por
el principio. Llegar a la raíz. ¿Para qué más educación si aquello que la impulsa
es la codicia y la urgencia de dinero? Mija,
palo que nace torcido… Es simple.
Seguir el corazón y
quitarle el liderazgo al bolsillo como dueño y señor de las decisiones. De nada
sirve un bolsillo lleno y un corazón vacío. Ese día se aportará una acción
nueva al sistema, que no siempre la solución es regalar dinero, dar trabajo,
montar fundaciones, estallar bombas o hacer protestas. Ir a la raíz. Detectar
el germen en el pensamiento. En el día a día con uno mismo. Eso sí es empoderarse.
Tomar cartas en el asunto. Y después que vengan las acciones colectivas en
coherencia con las transformaciones internas. Así surge la creatividad, los proyectos
que inspiran y transforman.
Seguir el corazón. De
solo pensarlo tiemblan los cimientos. ¿Cuántos renunciarían? ¿Cuántos crearían
su empresa? ¿Cuántos saldrían del closet? ¿Cuántos estudiarían otra
carrera? ¿Cuántos dejarían sus estudios? ¿Cuántos se divorciarían? Y que quede
atrás el victimismo, la cueva para esconderse, para tirar la piedra a otro
lado. Que la sociedad, que el estado, que
la cultura, que la historia latinomericana, que la esencia misma del hombre. Sí, muy elegante, pero poco práctico
si lo que realmente anhelamos es una vida diferente.
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