Miré hacia el suelo y en el
instante cayó un billete de 50 mil pesos de la maleta de un hombre parado a
unos pasos de mí, entonces dejé de hablar por celular, me acerqué y le señalé
el billete diciéndole que se le había caído. El hombre miró sorprendido, se
agachó y lo tomó guardándolo en uno de
sus bolsillos.
Después de esto retomé la
conversación que llevaba por celular y colgué unos segundos después. Sentí que
el hombre me miraba desde lejos y luego de vacilar un rato se acercó y me dijo:
-Niña, usted si es buena gente.
Otro en su lugar se había quedado callado.
Fue entonces cuando le dije que
no sería capaz de quedarme con algo que no me pertenece.
El hombre agregó:
-Con esta plata iba a pagar los
servicios.
Cuando me monté en el metro pensé
en lo triste que hubiese sido que el hombre llegara a pagar y al buscar el
billete no lo encontrara.
¿Habría podido disfrutar un
dinero que no era mío? ¿Cuántas cosas podría haber comprado con 50 mil pesos? Pensé minutos después.
Definitivamente concluí que no
podría disfrutar de aquello que le causa mal a otro. Como dicen los mayas: IN
LAK´ECH: "YO SOY OTRO TÚ".