martes, 17 de abril de 2012

"La plata está hecha, hay que salir a buscarla"

Aunque esperaba el bus de Laureles en la 33, resulté sentada en un taxi con cuatro estudiantes que se dirigían al mismo sitio: la UPB. Recuerdo que el taxista pitaba como loco llamando nuestra atención en el paradero.

- ¡Colectivo! ¡Colectivo! - gritaba con un ánimo particular y más, si se aclara, que los gritos se emitieron a las 7:00 de la mañana para personas con caras de dormidas.

El hombre manejaba rápido y esquivaba carros como si jugara a los carritos chocones. Sin embargo, su imprudencia, en lugar de molestarme, causó mi risa. 

Quise detallarlo y lo encontré de unos 40 años llevando una camiseta roja algo gastada. Fui al retrovisor para ver sus ojos y el hombre, en medio de su afán, se encontró con mi mirada y descubrió que reía contemplándolo en su estado de hiperactividad.                                
Tal vez mi expresión fue tan clara que el hombre dijo:

-Niña, la plata ya está hecha, hay que salir a buscarla.

En ese momento me reí y en los segundos que vinieron, antes de llegar a la  Universidad, pensé en la frase y comprendí que jamás lo había visto de una manera tan sencilla.

Tristeza

Desde la tristeza es difícil observar la ciudad. Las historias de los buses pierden su magia, los ojos ya no capturan ninguna escena interesante.
La tristeza es como un velo que nos desconecta del mundo exterior.
No importan las sonrisas, las lágrimas ni las maldiciones de nadie.

Una bella canción