miércoles, 23 de septiembre de 2009

Flores

























Caminando por el parque de Jardín- Antioquia encontré tanta belleza que quise compartila... Sin más que decir, observen.

¿Dónde está la creatividad?




Muchos colombianos cuando les hablan de los tesos en tecnología se imaginan unos hombrecitos de piel amarilla y ojos rasgados. A esos hombres les han otorgado facultades superiores y han llegado a pensar que toda la inteligencia que tienen es una cuestión de raza o genética. Lo cierto es que a no pocos les daría risa pensar que un colombiano o cualquier latinoamericano fuera capaz de crear aparatos tan novedosos.

No se puede desconocer que en Latinoamérica existen varios aspectos que debilitan la creatividad como la pobreza extrema, la violencia, la corrupción, el narcotráfico, entre otros. Además es difícil fomentar la creatividad cuando el modelo educativo está basado en repetir lo que Otros han hecho, los que Otros han dicho, lo que Otros han escrito y si bien hay que conocerlo, la educación debe subir otro escalón: Alentar La Creatividad.

Desde siempre se ha pensado que a los niños hay que enseñarles cómo deben vivir, cómo deben comportarse, cuáles cosas deben decir y cuáles no. Desde que los niños tienen 3 años ya están uniformados y despiertos a las 5 de la mañana para ir a escuelas que les enseña a pensar y a comportarse como adultos. Sin embargo, la sociedad no se ha dado cuenta que son precisamente los niños, quienes a veces con su ingenio, logran encontrar soluciones de la manera más simple, y allí donde usted veía un gran problema, el niño puede ver un acertijo interesante o hasta un juego.

¿Cuantas guerras, cuántas muertes, cuánto dolor nos hubiéramos ahorrado al consultar la visión de un niño?... y aún así muchos siguen pensando que los niños no tienen ni la menor idea de cómo vivir. Muchas veces sentimos que tenemos que protegerlos del caos que hemos creado, los vemos como inocentes, como los pobres seres que debemos llevar a la escuela para que aprendan matemáticas, para que se apropien del mundo y sepan defenderse en él ¿Pero acaso las matemáticas han creado sociedades más justas? ¿La ciencia nos ayudó a proteger el medio ambiente?.... como dice una bella frase "Ciencia sin conciencia es magia negra".

Parece difícil pensarlo pero los adultos son más ingenuos, destruyen el mundo, se matan entre sí y encima de eso se creen muy astutos cuando velan por sus propios intereses y se aprovechan de los demás. Un buen ejemplo es la decisión que tomó Estados Unidos de no firmar el tratado de Kioto siendo el país que mayor contaminación produce. Cualquier cristiano se preguntaría… ¿Es que ellos no pertenecen a este planeta, para dónde se piensan ir cuando acaben con todo?

Afortunadamente todos los seres humanos independientemente de su nacionalidad o raza pueden desarrollar su capacidad para imaginar y crear y la esperanza no sólo está en los niños está también en usted, en sus amigos, en sus compañeros de trabajo. No piense que la creatividad es un ingrediente que no alcanzó para todos.

Los latinoamericanos suelen tener un acento limosnero, se sienten explotados, amenazados, sin oportunidades de progreso. “Es que la corrupción no deja hacer nada” “La pobreza es imposible de atacar” “No tenemos educación competitiva” “Todos los políticos mienten” “La violencia es un virus incurable” “Las potencias no nos dejan hacer nada”… la pregunta es ¿Es que las potencias jamás fueron oprimidas? ¿Nacieron ricas y jamás conocieron las guerras? ¿Nadie se quiso aprovechar de ellas? Todos los países han enfrentado problemas, pero es el negativismo el que hace que la sociedad gire sobre un mismo punto.

El negativismo es dar una guerra por perdida sin haberla peleado. ¿No le parece sorprendente que a pesar de un pasado y un presente tan difícil Chile y Brasil sean economías emergentes que están tomando importancia en el orden mundial? ¿Por qué no podría hacerlo Colombia?

La creatividad surge cuando logramos ver el lado positivo de las cosas o cuando viendo el lado negativo logramos formular pensamientos transformadores.

Los países pesimistas producen poca tecnología. ¿Quiere estar ahí? ¿Qué ideas nuevas tiene?

sábado, 5 de septiembre de 2009

Luz en el rincón (cuento sin la letra A)

El cielo se cubre de un negro infinito seguido por el viento nocturno, es entonces el frío quien crece con los minutos que sugiere el pequeño reloj de él. Le duelen los huesos, se estremece su piel, pero resiste como lo hizo en el invierno de noviembre.

Él quiere huir, conseguir un refugio, pero no tiene un céntimo en los bolsillos. Su rostro exhibe el polvo y el humo, por su frente corre un líquido rojo proveniente de un encuentro con enemigos de turno, sus ojos son reflejo del olvido. No tiene ningún ser en el mundo que se interese por él.

Pronto los recuerdos le consumen, esos momentos en que quiso vivir envuelven su mente, se ve el dolor en su rostro, en esos negros ojos que llenos de dolor y odio se convierten en espejos de ilusiones sin cuerpo y sin espíritu. Inexistentes.
Lo único que posee es un pequeño y sucio reloj, su económico precio es útil pues no seduce los mendigos, no es elemento de riesgo.

El ruido de los vehículos disminuye y viene un corto silencio que se interrumpe por el tenue sonido de su reloj y por los murmullos de gentes que, como él, duermen sobre los mugrosos cementos.

Mueren los minutos entre los gemidos del segundero, el tiempo es como un bloque indestructible, eterno… ¿Pero dónde lo veo? ¿Qué es el tiempo? ¿Bendición o infierno? ¿Un invento concebido y sólo concebible por el hombre? Surgen cuestiones que no puede entender, tiene intensos deseos de comprender el porqué de su existir en este mundo.

Le sorprende ver y sentir. Percibe cuerpos invisibles, oye voces de otros mundos. Intuye un fin, un principio, un sueño profundo.

No quiere vivir. Pero el instinto es el peor presidio pues tiene control sobre su cuerpo que se resiste, que es terco y miedoso, que prefiere sufrir intensos dolores que perecer.

El tiempo lento pero no inmóvil sigue su conteo.
Con el correr de los minutos crece el sueño pero no puede dormir pues es nuevo en este sitio, en este oscuro rincón que tomó sin conocer sus dueños, sus gentes, luego de tener que huir de su viejo refugio en el puente después de un encuentro violento con un grupo de tipos peligrosos.

Entonces decide poner todo su cuerpo sobre el cemento con los ojos fijos en el cielo y se pierde en lo inmenso y profundo de éste. Un suspiro lento y profundo lo sumerge en otros mundos. Por fin sonríe después de mucho tiempo.

Le sorprenden los luceros, esos pequeños huequitos de luz en ese sitio inmenso donde todo es negro. ¡Brillo y luz en ese enorme y oscuro sitio!-se dice-. Dos hombres le ven desde lejos, tienen los ojos fijos en él, pero esto ocurre en silencio. Tiempo después se cubren con periódicos del frío y le siguen viendo inquietos, pero sin intenciones de pleito.

¡Luz en el rincón!- se dice- ¡tengo luz en este oscuro rincón! y sonríe de nuevo. En el momento no siente frío, no siente el duro cemento sobre el que recostó su cuerpo. Se ríe, se mece sobre el suelo como un niño pequeño y con un último suspiro vuelve los ojos sobre el cielo. Siente un poder desconocido en su mente, ve un fuego invisible que derrite el inmenso telón negro y por fin esos “huequitos” de luz consumen su dolor, su débil cuerpo y su triste existir.

-¡Sobredosis! Dicen los dos hombres. -¿Quién recoge el tipo?
-Yo no. ¡Si no tiene dónde vivir, menos dónde morir! y sonríe.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Viaje en bus

Faltan 15 minutos para las seis de la tarde. El bus de Laureles que pasa por la 70 está lleno de personas. Corro apresurada mientras buscó mil trescientos pesos para subirme, pero no caben más personas por la puerta delantera entonces me empino, estiro la mano con el billete y el conductor lo toma diciéndome que suba por la de atrás.

El semáforo está en verde, los carros de atrás pitan presionando al conductor del bus para que se mueva. Siento la presión sobre mí y corro sin pensarlo dos veces hacia la puerta trasera pero me encuentro frente a frente con una moto que frena en seco. El susto me hace inhalar con fuerza como un grito interior y después sonrío con nerviosismo mientras desde las ventanas del bus cantidades de ojos observan.

No tengo tiempo, no tienen tiempo, continuo mi camino acelerado y me doy cuenta que en la parte trasera sólo hay espacio para poner los pies. Utilizo el pequeño espacio buscando algo para sostenerme pero no encuentro nada al alcance y digo desesperada “¡No tengo de dónde tenerme!” Mientras varios cuerpos me estrujan entre ellos el de una secretaría de la Bolivariana. Alzo la mirada desde la escalera donde me encuentro y veo a un hombre que me dice “Niña aquí sí hay mucho de donde coger” y ríe con gesto depravado.

Pensamientos...

¡Hacer, hacer y hacer! ... Esto dicen muchos que es la vida ¿y el ser? "Eso es cosa de locos o de filósofos".

Poema de Carlitos

"Conozco la tristeza
He mirado –de frente-
Sus ojos oscuros
He sentido en mí
Sus manos frías...

Pero reconozco también
Su oculta bondad
El callado esfuerzo
Con el que me eleva
Hacia verdades secretas"
Carlos Alberto Agudelo.

Matando hormigas...

Imagen tomada del sitio: sheillynunez.files.wordpress.com

Por la pared de mi habitación había un camino de hormigas, sin pensarlo dos veces las seguí con el dedo índice matándolas a todas. Miré el dedo lleno de cadáveres y sentí culpa, imaginé a los sicarios halando del gatillo con total serenidad y acabando con las vidas. ¿Así se sentirán... como matando hormigas?