- Que
no se da cuenta cuando lo castigo.
Castigar a mi gato
consiste en sacarlo de la casa y dejarlo en las escaleras. Recurro a esta
estrategia cuando se para en las teclas del computador justo cuando estoy
escribiendo o cuando está loco por jugar y me clava sus dientes delgados como
agujas. Lo agarro, como puedo, y lo dejo afuera. Pasan los minutos y el gato no
llora. Entreabro la puerta mirando de reojo y está jugando con unas
tablas que no tienen dueño o escondido en el carrito donde compro las
verduras. Lo he visto dormido en posturas extravagantes de una ternura
exquisita concentrado en la delicia de su propia existencia. –Vení Rafa, vení... él abre un ojo y vuelve y lo cierra. Entra a la casa cuando quiere. Así es él.
2. Es
instructor de meditación aunque no tenga título.
Solamente es sentarse a mirarlo. Puede estar haciendo cualquier cosa. Cazando moscas, tomando agua, dormido entre mis piernas o sobre las sillas. No importa. Él es meditación en movimiento. Siempre atento, concentrado en la vida. Mirándolo a él supe que la meditación es una cuestión magnética. Miras a alguien que está concentrado y tú mismo empiezas a concentrarte. Rafa es un imán hacia el Presente.
3. Juega con cualquier cosa que se atraviese.
Puede ser una bolita de papel que iba para la basura. Un zapato,
un cordón, una hoja de árbol seca y a veces, para la desgracia del jardín, una
planta. Lo he visto jugando con su propia cola o saltando sobre una sombra
que aparece en la pared o en el piso. Hizo de mi casa su universo. ¿Para qué comprar juguetes si para
Rafa el juego es la vida? Supe que para
jugar solo se necesitan las ganas y soltar el capricho y cuando digo
capricho no es que no se puedan tener preferencias, a Rafa, por ejemplo, le encanta jugar conmigo, pero cuando no
quiero o no puedo, en menos de un minuto pasa una mosca y él ya encontró
su destino. Preferir no es necesitar. Así de libre.
4. Cuando
salgo a la calle no se queda llorando.
A veces ni me mira cuando cierro la puerta. Sigue durmiendo o comiendo o jugando. Siempre concentrado en su propia historia. Sé que estará bien sin mí y eso me alegra.
A veces ni me mira cuando cierro la puerta. Sigue durmiendo o comiendo o jugando. Siempre concentrado en su propia historia. Sé que estará bien sin mí y eso me alegra.
5. Es un Yogui.
¡Ay las posturas! ¡Esas posturas! Este punto hay que contarlo con imágenes. Por ahora comparto las tengo y con los días voy subiendo.
¡Ay las posturas! ¡Esas posturas! Este punto hay que contarlo con imágenes. Por ahora comparto las tengo y con los días voy subiendo.
6. Supe que el amor es un estado de contemplación pura.
Mirarlo y llorar de emoción. Así
les digo. Sentir gratitud por poder disfrutar de su existencia. Cada machita,
cada bigote tan bien hecho. La perfección de su diseño. Lo mejor de todo es
que el deleite se va extendiendo hasta mi mano, hasta mis ojos, hasta las
flores y las nubes. Las ventanas, las puertas, los lapiceros. Caminar por ahí enamorándose
de la vida, de la gente, de los niños…Zambullirse en el presente.
7. Más que un final este punto es el comienzo. Un punto de partida para mi propia exploración y si querés para la tuya. ¿Tenés gatos? ¿Qué agregarías a la lista?
***
Sigue la lista...
*Encuentra
equilibrio en los lugares más inapropiados.
Por ejemplo mi
cintura, cuando me acuesto de lado, acurrucada, Rafa prefiere mi cintura. Salta
a la cadera y después desciende o elije el camino largo subiéndose por las
piernas. ¿Cómo encuentra comodidad en semejante sitio? Un hueco, para ser
exacta. Así es él. Es un explorador de posiciones, de maneras de sentarse, de
acostarse, de dormirse. Su cuerpo se adapta a cualquier superficie. No importa
la geografía.